Clive Crook

EEUU está demasiado anclado como para despegar

Crece el temor a que EEUU esté retornando a la recesión. Los consumidores están asustados. El mercado de la vivienda está dañado...

Por: Clive Crook | Publicado: Martes 7 de junio de 2011 a las 05:00 hrs.
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Crece el temor a que EEUU esté retornando a la recesión. Los consumidores están asustados. El mercado de la vivienda está dañado, con los precios aún cayendo. La semana pasada vimos más cifras decepcionantes en empleo y manufactura.



En semanas, el endeudamiento federal chocará con el techo legal de la deuda, planteando la probabilidad de un default; las conversaciones para evitarlo no van a ninguna parte. El segundo programa de relajamiento cuantitativo de la Reserva Federal, o QE2, está por terminar. Los altos precios de los commodities se han reflejado en la inflación. Todos estos factores deberían haber bajado el precio de la deuda pública de EEUU, empujando al alza las tasas de interés de largo plazo. Pero es tal la preocupación por lo decaído de la recuperación que las tasas a 10 años cayeron a menos de 3% la semana pasada.

Incluso con un gobierno que funcionara, las medidas correctivas serían difíciles de concebir. La política fiscal y monetaria están exigidas, las posibilidades de más acciones son limitadas y riesgosas. Pero la noción misma de política óptima en este momento es utópica porque EEUU no tiene un gobierno que funcione.

Aunque formular la pregunta no es más que un ejercicio académico, ¿qué debería hacer la política fiscal de EEUU? Debería combinar un renovado estímulo de corto plazo (en formas que subsidien el empleo) con medidas para reducir el endeudamiento (aumento de los ingresos y las reformas de derecho) en el largo plazo. ¿Cómo puede algo tan evidente ser objeto de controversia? En cierto modo, de hecho, no hay controversia: demócratas y republicanos están de acuerdo en rechazarlo de plano.

Excluyendo cualquier otra consideración, los republicanos quieren recortar el gasto tan profunda y rápidamente como sea posible. Los demócratas, por el contrario, retroceden ante la idea del control fiscal a largo plazo.

Al mantener de modo tan implacable sus respectivos puntos de vista, las dos partes han descartado el uso de la consolidación fiscal de largo plazo para hacer espacio para nuevo estímulo. Y las posiciones de los partidos sobre impuestos sólo agravan el problema.

Es probablemente demasiado tarde para revisar estos argumentos. Las posiciones están tan profundamente arraigadas. El éxito en las negociaciones del techo de la deuda ha llegado a significar evitar, por el momento, la calamidad de un incumplimiento auto-infligido. Una vez que se filtra el ruido, enderezar la política fiscal hacia una dirección más inteligente ni siquiera se discute.

Eso deja primero, la política de vivienda. La vivienda ha estado en el centro de la recesión y sigue afectando a la recuperación. El mercado, incapaz de lidiar rápidamente con el aumento de las ejecuciones hipotecarias, no ha logrado encontrar su piso y estabilizarse. Incluso ahora, la administración debería examinar esta cuestión y buscar formas de reducir y/o acelerar las ejecuciones.

Y está la política monetaria. La Reserva Federal está dividida en cuanto a en qué medida el riesgo de una inflación más alta llama a la prudencia manteniendo, por no hablar de aumentando, el estímulo monetario proporcionado por tasas de interés de corto plazo muy bajas y el relajamiento cuantitativo. 
La recuperación estancada y la evidente incapacidad del Congreso y la administración para responder, debería acallar las conversaciones de una salida rápida del QE2 y volver a poner QE3 sobre la mesa. Los argumentos en favor de una flexibilización adicional son fuertes. Un banco central responsable siempre toma en cuenta el riesgo de la inflación, pero con los salarios sin mostrar señales de responder al salto en los precios, este peligro no es inminente. Es cierto que salir de un gran programa de flexibilización plantea problemas, pero de nuevo, esto debe ser sopesado frente a los costos mucho mayores de un fracaso en la recuperación.

La economía se tambalea y el gobierno, si no empeora las cosas, las agita inútilmente. La Reserva Federal es todo lo que hay.

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